viernes, septiembre 19, 2008

Monopoly

Nota: Yo no suelo ser así pero esta vez me pusieron requete violento.
Cinco años después de Kirchner (léase 5 d.K.), hoy me entero que el kirchnerismo empezó a aumentar las tarifas de gas en los domicilios de mayor poder adquisitivo. Bravo. Tardaron cinco años en entender el concepto de redistribución. Lo hicieron, pero parece que a las patadas agro-oligárquicas en el higado de la opinión pública, las valijas de la CIA con dólares de PDVSA y pilotos argentinos, y las increíbles maquinaciones numéricas de la pre-paga Consultora Equis, que al final Kirchner, a pesar de su notoria incapacidad para decantar lo real de lo imaginario, terminó dándolas por imaginarias.

El Chapel S.A., manejada por Tiberio K. y sus dos padres detrás, escondidos como suplentes (uno presidente de la Nación y el otro también), ¿qué tipo de gas tendrá? No soy como los editorialistas de La Nación que odian a Cristina, según ella dice, y que seguramente dirían que El Chapel S.A. tendrá el gas que emana del cuerpo putrefacto de la República. Yo digo que son unos ladrones, y que oleran dependiendo de qué se hayan puesto esa mañana. Pero no dejarán de ser ladrones. Nunca.

En fin: bienvenida sea la medida, Kirchners. Ustedes, que son émulos del pobre Lenin, que se revuelca en su tumba soviética mientras le ladran con los bolsillos llenos de bonos, propiedades, empresas y demases. Antes, el progresismo K era esto: que las Máximas Zorreguietas y los Archibaldos Lanúses, en sus mansiones de Barrio Parque con helipuerto, pagaran el gas mucho más barato de lo que lo pagan los indigentes que empollan sus pendejos al lado de la carísima garrafa popular. Viva Perón, carajo. Bueno, eso era hasta ahora. Ahora cambiaron. Porque ahora los Kirchner saben que no a todos los que no tienen un mango se les puede romper las piernas, como se hacía en Santa Cruz antes de que la ocupara Carlo Magno. En la Capital Federal, hoy, las cosas cambiaron. Hay que darles gas un poco más caro que a los ricos, como mucho. Y está bien.

Estoy podrido de que la Argentina sea un tablero de Monópoly donde sólo juega un jugador: se llama Kirchner. Y no sólo tiene todas las casitas rojas: también las fabrica.

3 comentarios:

Coki dijo...

Me gustó mucho la metáfora del Monopoly.

Y también es bueno que reconozcamos que ESO es redistribución en el sentido más clásico y hasta perfecto posible (se hace con el mismo bien!).

El problema es... bueno... todo lo demás.

Coki

El Redentor dijo...

Coki: las medidas impopulares no las toman, y las populares se las guardan como comodines para utilizarlas en momentos de quilombo. Obviamente, las tiran sobre la mesa cuando la mano ya terminó, pero bue...

En fin, aguante el regresismo.

Anónimo dijo...

Bendito el día en que una turba enardecida termine con estas dos vergüenzas a la raza humana.

Espero verlos muertos como a Ceceascu o Mussollini, con sus respectivas mujeres.