jueves, noviembre 16, 2006

Polémica en la Ciudad: la Legislatura quiere declarar nulo un decreto de Juan de Garay y cambiarle el nombre a la Ciudad de Buenos Aires

En la sesión de ayer se desató un violento escándalo en la Legislatura de la Ciudad, en el cual volaron varias sillas, dos legisladores debieron ser hospitalizados y un macrista se robó un juego de cortinas. El siniestro comezó al tratarse el proyecto del legislador de la UCRI, Pedro Gorgonzola, el cual propone “la nulidad del decreto de 1580 firmado por Juan de Garay por el cual se funda por segunda vez Buenos Aires”.
La idea de Gorgonzola era cambiar el nombre de la Ciudad de Buenos Aires a “Ciudad de la Buena Memoria”, pero no por razones ideológicas, como cualquiera creería, sino “para recordarle a los ciudadanos lo estúpidos que son al votar a legisladores como él”.
Esto último lo dijo el diputado Frepasista Walter Gaitán cuando llegó su turno de hablar; Gorgonzola amenazó repetidas veces con “ahorcarlo” si no se retractaba y hasta le arrojó un vaso a la cara, que Gaitán esquivó con una maniobra de karate, y golpeó al legislador a su izquierda, despertándolo. (Para llevarle tranquilidad a su familia, el diputado continua durmiendo, ahora lejos de Gaitán y Gorgonzola).

Legisladores se agarran a los golpes después de la agresión de Gorgonzola


Ricardo Caram –ahijado de confirmación del influyente radical Cristian Caram- se mostró contrario al proyecto. Argumentó que al declarar nulo el decreto, la Ciudad dejaría de existir, y por ende desaparecerían 3 millones de personas. Eso no sólo derivaría en un genocidio sin precedentes sino que “nos perseguirían hasta llevarnos a La Haya”, reconoció Caram.

El bloque de Luis Zamora desestimó los dichos de Caram y llamó a “no asustar a la población con pavadas”, aunque reconoció que si las predicciones de Caram son ciertas, lo que les preocupa es “dejar de vivir de la política”.

Sin embargo, el tema trascendió los límites del honorable recinto y núcleo en las afueras de la Legislatura a numerosos vendedores ambulantes, los cuales se quejaron de haber invertido una buena cantidad de dinero en productos y cachivaches con la palabra “Buenos Aires”. Con un sorprendente conocimiento de las tácticas militares del medioevo, los manifestantes eligieron un transeúnte al azar y lo utilizaron como ariete para abrir las puertas del recinto.

A raíz del paro equino general, la policía montada arribó al lugar en bicicleta cuando los manifestantes intentaban abrir las puertas con el octavo ariete humano. La policía logró finalmente dispersar a la multitud: un sector fue a tirar abajo la Pirámide de Mayo y otro grupo menor fue a destruir el Museo de la Shoá.

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